Hacia 1680, las casacas llegaban hasta la rodilla y llevaban chalecos de brocado, calzas cortas y medias. Partiendo de unas premisas básicas de renovación y búsqueda de la identidad propia, surgieron diversas subculturas con elementos definitorios propios y diversos: la tendencia kogyaru se basaba en una estética derivada de las estudiantes de instituto, centrada en uniformes escolares, con el uso de faldas cortas de cuadros, pichis y blusas de cuello Peter Pan; la vertiente ganguro («rostro negro») se inspiró en la imagen de las jóvenes californianas de pelo rubio o pelirrojo y piel bronceada, con uso de faldas cortas de colores brillantes y zapatos de plataforma; los otaku desarrollaron una estética derivada del anime y manga; la corriente lolita defendía una imagen más recatada e ingenua, con influencia de la moda victoriana, y se dividió en varias ramas, como sweet lolita, classic lolita, punk lolita o gothic lolita.
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